El camino está dado


Hasta hoy muy pocas personas saben lo que me ocurre personalmente, entre ellos: mis familiares más cercanos y los amigos que me dan su mano, su hombro y sobre todo su tiempo para apoyarme. ¡Ah!, por cierto los médicos, unos, que sin anestesia te dan diagnósticos difíciles de digerir, y los otros, que dramáticamente te ponen su mano en el hombro para decirte «hay tratamientos que debes cumplir y luego veremos…»

En este año las recaídas son más frecuentes (llevamos dos críticas y algunas leves que no las cuento).

No sé si es una cruel coincidencia, pero antes que mamá partiera no recuerdo haber faltado a la escuela o al trabajo por cuestiones de salud; bastaban unos cuantos abrazos, besos y sonrisas de ella, de mi padre, mis hermanas y sobrinos, a esto se sumaban los remedios que ella preparaba. Con tu presencia en casa había todo, desde enfermeros hasta doctores, desde el agua de anís hasta finísimos jarabes, desde una rodaja de papa en el punto invisible de la vacunas hasta las cataplasmas de chocolate o manteca de cacao en el pecho y espalda.

Trato de olvidar mi diagnóstico médico para que los síntomas: no vuelvan como fantasmas en la noche y madrugada, desaparezcan por completo mientras cantamos los temas musicales que te gustaban, se esfumen por las puertas y ventanas abiertas por completo y no pongan de excusa que solo hay rendijas pequeñas en mi almohada.

Antes, en mi velador solo estaban libros, hojas sueltas, libretas, lápices y esferos; hoy me acompañan: un cóctel de medicamentos que debo ingerir a una hora precisa, y cuando ya no hacen efecto, unas cuantas inyecciones para aliviar el dolor (solo eso). A esto he sumado el uso de chompas, abrigos, gorros y hasta pochos de lana que comencé a usarlos diariamente.

Quiero que las punzadas del pecho sean solo presentimientos, que el dolor de los omóplatos tomen descanso y que los pulmones no se olviden que su única función es ayudarte a respirar y que no se tomen la atribución de quitarme días.

Gracias a todos los que han preguntado por mi ausencia en redes y vida social, y a los que se han alejado mi gratitud eterna.

Al final sé quienes estarán conmigo hasta el momento de mi partida…


Autor: Lilia Quituisaca-Samaniego
Lugar: Lienzo de tierra


https://liliaquituisacasamaniego.com
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