Insistencia


Tanto ha llovido desde entonces,
entonces, cuando los dientes no eran carne, sino días
pequeños como un río ignorante
a sus padres llamando porque siente sueño,
tanto ha llovido desde entonces,
que ya el paso se olvida en la cabeza.

(Vieja ribera, Luis Cernuda)

 Hace rato, a las 15h00 se atraganta el alma, 
mi alma silenciada no tiene sombra protectora.

¿Cuántos días más deberán existir 
para que mi vida vuelva a ser completa?

¿Acaso no quieres levantar la voz 
para decirme que ningún dolor merece llanto?

¿Acaso no te apetece corregir mis letras 
hasta volverles versos publicables?

¿Acaso no deseas leer mis cartas 
para asegurarte que tienen el formato correcto?

¿Acaso no ambicionas entremezclar cuentos 
para versionarlos  a tu manera?

¿Acaso no te hace falta reprenderme 
cuando las injusticias me inquietan?

 ¿Acaso no pretendes escuchar
como mis dedos entonan la guitarra?

¿Acaso no quieres enseñarme a ser madre?

¿Acaso no sabes que debo aprender a ser padre?

¿Acaso no comprendes que aún me falta ser hija solitaria?

¿A dónde he de mirar cuando la angustia me consuma?

Lilia Quituisaca-Samaniego
Quito, Ecuador
Febrero, 2022


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Por siempre (un día más)


No es preciso descifrar los sentimientos con palabras, cuando la inocencia de un gesto simboliza más que todo eso.


Desde hace unos cuántos años el significado de la palabra MAMÁ o PAPÁ se afianza más con todo la ternura que un beso, sonrisa y mirada tierna de un hijo -un regalo-.


Consecuencia de ello es tener una familia que comprende, emprende y están por siempre para ser el soporte en cada momento de la vida.


Por todo ello, siempre JUNTOS… 


Autores: Familia Quituisaca-Samaniego
Ilustración: Roderick Emilio Contento Quituisaca

Los cuatro hombres de mi vida


Aun cuando la peor de las ingratitudes me han fastidiado la vida, están ellos para demostrarme que el destino sólo es parte de lecciones suspicaces; sí, de esa lección que amilanó mi alma como ruido impertinente -hipocresía; más la tristeza de confirmar el egocéntrico sin-sentido de unos cuantos usurpadores de ideales…
La historia continúa -los hombres de mi vida- están justo cuando los necesito para extenderme su mano, brindarme un abrazo y sonreírme sin fingimiento alguno; ellos son mi abuelo, papá, sobrino y por supuesto TÚ.
Cada uno con la mirada marcada en la experiencia, aprendizaje, innovación y lealtad.
Abuelo (Juan José): Tu avanzada edad no te detiene, sientes que el mundo no es nada más que un cúmulo de trivialidades -contadas cosas te sorprenden-. Sabes y tienes el coraje necesario para enfrentar adversas circunstancias. Lo que más recuerdo, tu frase «hay quienes merecen ser queridos».
Papá (Ángel Rodrigo): Siempre me recuerdas que debo percatarme de aquellos que caminan a mi lado, más que nada tomar en cuenta quienes son los que te apalancan una caída y quienes son los que caminan sobre ti cuando te has equivocado. Lo que más recuerdo, tu frase «dañando se aprende».
Sobrino (Roderick Emilio): La curiosidad y la manera de absorber enseñanzas me recuerdan que debo seguir siendo humilde y sentirme privilegiada de compartir contigo cada momento de sonrisas y abrazos interminables. Gracias por sorprenderme con tus nuevos descubrimientos, gracias por el valor y sinceridad absoluta que le pones a tu frase predilecta «mami-tía, te quiero mucho»
TU (ConTigo): Algunos adjetivos describen tu esencia: contemplativo (rebelde), reflexivo (pasional), solitario (indispensable), sensible (protector), valiente (leal), codicioso (inteligente), generoso (sereno), etc. Sin embargo, debo recalcar que tu alma reflexiva me conmueve, pues, sin arrepentimientos, un aviso impertinente dispondrá mi elocuencia “déjate ayudar” o “ya deja de ayudar”. No me percaté que te quería tanto; hoy, hasta tus excusas se vuelven inspiración.
Sin duda alguna, los cuatro hombres de mi vida no pueden ser descritos solamente en tres o cinco líneas persuasivas, pues ni siquiera mi existencia entera podrá retribuir la oportunidad que me dieron cuando decidieron que fuera una parte de ellos.

Autor: Lilia Quituisaca-Samaniego