Visual Analytics & Big Data. Data Scientist. Open Data. Open Access. Data Mining. R. Weka. Scientific divulgation. Researcher. Also, I'write poetry: "Art perfects the senses"
Esta poesía lleva anagramas de los nombres propios de cada uno de las personas importantes de este 2021 y de los amigos de siempre, ellos apoyan cada una de mis imprudencias.
Te invito a leer y escuchar esta poesía Cuando todo te de igual RECUERDA QUE:
Aquí estamos más de cuarenta seres que pidieron nacer
acompañados con sonidos de lira y texturas de atardecer.
Somos timón de eucalipto que la lluvia pulía
viajeros de cascada angosta o de caudales sin guía.
Somos ajenos a inseguridades,
nobles espejos de distintas ciudades,
rocas sin noches, sin ofrendas,
gritos de ideal en difíciles contiendas…
Somos emoción que invoca a cielo abierto,
arandelas o escudos para ajustar el andar con acierto…
Somos autores con preguntas crecientes,
que recrean en tiempos esquivos: racionales juramentos,
y cuando ordenamos telones, lemas o componentes
en algo mejoramos los atípicos elementos;
entonces el aire sin enfado desborda un matiz de claro aroma.
Somos sable fiel que rehace innatos calendarios,
silencio ileso de tempestades o anuarios,
compostura sana que emerge cual axioma…
Y después de todo ¿Qué somos?
Si la realidad nos exime de soledades urgentes,
aparece una voz que madruga,
y grita: ven hasta la torre,
la torre está sin techo,
hoy sin resguardo conjuga…
Ven, se avecina el tercer crío del cóndor,
el cóndor con gusto nos re-enseñará a planear,
él sabe que no solo hay nubes densas
ni solo espinas al caminar…
He preguntado no sé cuántas veces
pero nadie contesta mis preguntas.
Es absolutamente necesario
que el abismo responda de una vez
porque ya va quedando poco tiempo.
(Tres poesías, Nicanor Parra)
El procedimiento empieza con gotas de colirio desplazados en las sombras del miedo envolvente y las evidencias se desparraman en humanos robotizados que en retroceso se convierten en máquinas simples e involuntarias. Aún saben que son raíz momificada de las semillas congeladas; sin embargo, algunos brotes se niegan a florecer, dicen que las maravillas al menos una vez se tiñen de color fantasma, ese color neutro con el que nos ungimos cuando cerramos la cuenta de los años o como ese color de arena martillado en un reloj esclavizado por catorce mil minutos de los veinte y seis mil faltantes.
Y adiós; que con el ahogo que me embarga los alientos, ni sé ya lo que te digo ni lo que te escribo leo. (Sor Juana Inés de la Cruz)
Cada circunstancia está ocupada por tallos añejos,
los instantes invadidos por respuestas monosílabas;
los números descendientes de las calles
entrecruzan avenidas ostentosas y afanadas.
La mecedora remendada por quince días faltantes
tritura las promesas de juramentos ajenos...
Un manto de grandes plumas
simulan un torrente de siluetas ausentes,
mensajes sin letras o reacciones disonantes.
El velador desgasta los diez días faltantes
y desplaza el eje del pomo con rodelas místicas...
Quedan ganas de empuñar el carboncillo
y emborronar el último párrafo de la carta.
Los agobios no sentidos ameritan
un esparadrapo clínico en la explicación.
El timbre roto disuelve los cinco días faltantes,
no hay espacio para conciencias rezagadas.
Desde hoy, el rondador entona sentencias:
«una vez la tormenta enmudece,
una vez disimula la despedida ventosa,
una vez, tan solo una vez, se dice adiós.»
Autor: Lilia Quituisaca-Samaniego New York, Mayo 2021
No llegues a los treinta y cinco años con cordura,
procura alejarte de ese bosque árido, no pide más lágrimas.
Grita desde adentro cuando la piel se distraiga con roces de ortiga,
grita sin eco, el cielo está cansado de voces que huyen…
No hagas predicciones con sustento,
no uses regresiones o modelamiento,
ellos deducen sin estructuras, les basta un discurso paliativo;
por eso, si te vas, no vuelvas, ese camino no es el mismo,
ahora tiene adoquines que deslumbran, no analizan…
Resguarda tus apuntes del oprobio, no pidas permiso;
divulga como alertas los parámetros,
adrede resalta sus ficciones.
Lilia, no dependas del último segundo disponible,
deja que tus huellas desaparezcan,
no necesitan escenarios imprecisos ni barrotes señoriales.
No sé si recuerdes, soy yo, Soledad de Abril,
la que un día te arrancó un mechón de cabello
para enterrarlo en una botella bajo la higuera.
Soy yo, la sombra al pie del nogal.
El collado absorbe arena negra,
mientras soplidos errantes imprimen noches huérfanas.
Un manojo de turbulentos azares vuelan enardecidos
en un remolino de voluntades inquietas;
relámpagos de arcilla flotan con sed.
En el cenit se reacomoda un espejo mate circular,
su caparazón no brilla, prefiere ser silencio,
su libertad balbucea inventos perseguidos,
sus emblanquecidos estribos arropan bocados de consuelo.
Reaparece un arlequín escandaloso
con remiendos de cosquillas monótonas,
con frialdad rellenan el universo compungido
y sobre un baúl piadoso caen sus disparos obedientes,
sucesos desquiciados, susurros como débiles congojas.
El cuervo esbozó un chasquido histérico en la ventana
como guardián de cuerpos casi yertos;
merodeaba hace unas semanas,
nadie lo detiene –se escabulle–;
secuestra almas hambrientas,
las destroza hasta saciarse –sin vacilación…
Algunos dolientes aligeran su llanto,
otros imponen plegarias con cuatro misterios;
alguien toma con la mano izquierda un pañuelo blanco,
lustra la madera hasta cristalizarla.
Todos parecen consternados,
nadie relata recuerdos desagradables
y solo uno de ellos advierte que el difunto entristeció.
En esta nueva colección de Enero 2021, el pulso de Roderick Emilio no se detiene; las texturas y materiales usados representan una realidad que se descompone y de la magia que puede recuperarla.